Sandy Ariasz
Conectada a la Era de Acuario, desde lo que nutre mi Alma, he venido a ponerme al servicio para guiar y acompañar a las personas en su camino espiritual y a enseñarles a entender su propio poder.
Desde que comprendí en el fondo de mi corazón lo que esto significaba, se encendió el foco. Y he decidido dedicar el resto de mi vida a mostrar e impulsar a las personas en cómo conectar con su propósito material y espiritual aquí en la Tierra.
Siempre me he inclinado por profundizar; cuestionarme sobre los eventos más intensos que he vivido, indagar sobre el significado de la vida y tocar la pregunta de ¿qué hago aquí? una y otra vez.
Sé lo que es vivir en un camino desdibujado, donde solo avanzas como la marea te va llevando. Sé cómo es estar perdido mentalmente en tu interior y que por más diálogos que quieras establecer contigo mismo, simplemente no llega la respuesta. Sé lo que es no sentir ninguna pasión en lo absoluto, y estar operando desde el status quo que indica lo que debes hacer para alcanzar la aparente felicidad.
Desde hace muchos años estoy en el camino de autoconocimiento. Creo fielmente que es un andar que todos en algún punto de nuestra vida estaremos orillados a caminar. En mi caso, desde que se activó, no pude volver a vendarme los ojos; sentí el llamado interior para sumergirme en mis emociones, entrando a las crisis existenciales necesarias, hasta el punto de, por fin, aceptar todo tal cual era. Y desde allí, construí mi valentía, valor, autoestima y amor propio que me debía; mientras poco a poco, fui abriendo mi Conciencia para entender que había una serie de significados en cada una de las situaciones dolorosas que experimenté.
Por eso, mi propósito es crear una onda expansiva de impulso hacia el autonocimiento, para que cada vez seamos más los que abramos este diálogo interior para cuestionarnos; para permitirnos explorar los rincones emocionales que, tal vez, jamás nos habíamos atrevido a mirar; para dimensionar nuevas perspectivas de ver la vida; donde cada vez seamos más los que nos responsabilizamos de nosotros mismos -nos tomamos y decidimos abrirnos a explorar nuestras emociones-; donde cada vez seamos más los que nos atrevemos a tomar el lugar del observador, sin juicio ni victimismo, viendo al que está enfrente como un maestro que viene a mostrarme algo de mí. Una mirada al mensaje, y no al mensajero.
Que la luz siempre guíe tu camino.
